LA VACA
Cuenta una leyenda hindú que el maestro y su discípulo recorriendo los campos llegaron a una pequeña comunidad en la que se respiraba el olor más insoportable, el hambre, casuchas miserables, sus habitantes sumergidos en una profunda apatía y desesperanza.
El maestro interrogo a uno de sus habitantes:
¿De que viven? ¿Cómo se mantienen vivos?
- De una vaca, de su leche nos alimentamos, elaboramos un poco de crema y mantequilla con lo que adquirimos lo indispensable.
El maestro continuó su camino y ordeno a su discípulo:
En la noche toma la vaca y lánzala al precipicio.
- Maestro, es una gran injusticia lo que me ordena, estos pobres viven solamente de ella, seguramente morirán de hambre.
Haz lo que te ordeno.
Obediente cumplió al pie de la letra las instrucciones, pasaron los años y ahora el discípulo ya convertido en Maestro fue a visitar nuevamente a esa comunidad pues no lograba comprender tan extraña e injusta decisión de su Maestro en aquel entonces.
Cuál fue su sorpresa al encontrarse con un pueblo renovado, se respiraba prosperidad, la mirada y actitud de sus habitantes eran totalmente diferentes, los niños transmitían optimismo y buena salud.
Pregunto: ¿qué había sucedido?, ¿a qué se debía ese cambio?:
Hace años vivíamos todos solamente de una vaca, una mañana amaneció muerta en el fondo del precipicio, desesperados empezamos a imaginar que hacer para sobrevivir, vendimos la carne y con ese dinero compramos semillas y sembramos hortalizas, con esos productos adquirimos gallinas, con la venta de los huevos adquirimos un cerdo.
Así continuó narrando la cadena de valor que habían creado, con lo cual el maestro reflexionó:
- Entiendo ahora al maestro, a esta gente la adversidad los hizo despertar de un aletargado sueño que se llama resignación y que se convierte en el alimento de la mediocridad.
Bendita adversidad que nos lanza a triunfar.
El maestro interrogo a uno de sus habitantes:
¿De que viven? ¿Cómo se mantienen vivos?
- De una vaca, de su leche nos alimentamos, elaboramos un poco de crema y mantequilla con lo que adquirimos lo indispensable.
El maestro continuó su camino y ordeno a su discípulo:
En la noche toma la vaca y lánzala al precipicio.
- Maestro, es una gran injusticia lo que me ordena, estos pobres viven solamente de ella, seguramente morirán de hambre.
Haz lo que te ordeno.
Obediente cumplió al pie de la letra las instrucciones, pasaron los años y ahora el discípulo ya convertido en Maestro fue a visitar nuevamente a esa comunidad pues no lograba comprender tan extraña e injusta decisión de su Maestro en aquel entonces.
Cuál fue su sorpresa al encontrarse con un pueblo renovado, se respiraba prosperidad, la mirada y actitud de sus habitantes eran totalmente diferentes, los niños transmitían optimismo y buena salud.
Pregunto: ¿qué había sucedido?, ¿a qué se debía ese cambio?:
Hace años vivíamos todos solamente de una vaca, una mañana amaneció muerta en el fondo del precipicio, desesperados empezamos a imaginar que hacer para sobrevivir, vendimos la carne y con ese dinero compramos semillas y sembramos hortalizas, con esos productos adquirimos gallinas, con la venta de los huevos adquirimos un cerdo.
Así continuó narrando la cadena de valor que habían creado, con lo cual el maestro reflexionó:
- Entiendo ahora al maestro, a esta gente la adversidad los hizo despertar de un aletargado sueño que se llama resignación y que se convierte en el alimento de la mediocridad.
Bendita adversidad que nos lanza a triunfar.